G.P. nació en 1934 en Taormina, en la provincia de Messina, ciudad que abandonó para trasladarse a Torre del Greco, en la provincia de Nápoles, lugar en el que posteriormente creó su familia, con su esposa y con la que tuvo tres hijos. Fue aquí donde comenzó su carrera de marino, precisamente porque esta tierra tenía poco que ofrecer, si no en el recurso “mar”, como única forma de realizarse. G.P. fue llevado lejos de casa y embarcado durante largos periodos. Pasó veinticinco años dedicándose a la maquinaria naval, primero como Alumno de Cubierta, luego como Oficial y finalmente como Director. G.P. trabajó durante 23 años en barcos italianos y durante algo más de dos años para empresas petroleras estadounidenses, la Gulf Oil Corporation y la Afran Transport Corporation.
Son precisamente esos dos años, en contacto con el amianto presente en los barcos estadounidenses, los que son decisivos para su salud. G.P. se enferma de mesotelioma y, como para muchos otros marítimos como él, el diagnóstico llega después de muchos años, cuando el mar y los barcos, se han convertido en un recuerdo lejano para él . Tras descubrir la enfermedad, G.P. y su familia no se dejan vencer: se reunen con A.P.I.N. y estàn decididos a obtener una parte de justicia, aunque eran conscientes de que nada podría devolver a G.P. su salud.
El juicio se presenta en junio de 2020 ante el Tribunal Superior de California, Los Ángeles. A causa de su condición, G.P. participó en todas las fases del proceso en videoconferencia desde su casa, en su Torre del Greco. Ocho meses después, gracias a la asistencia jurídica que recibió, G.P. obtuvo una suma de 1.400.000 dólares como indemnización parcial por la enfermedad que lo afectó precisamente en el lugar que debía representar seguridad y la plenitud, su lugar de trabajo, y que en cambio resultó ser fatal.
A.P.: una primera parte de indemnización, 1.500.000 dólares, más aún por definir.
A.P. pasó 17 años en barcos, dos de ellos a bordo de la flota americana de la California Transport Corporation, hoy Chevron. A.P. nació en Trapani, empezó en 1959 como Marinero de Cubierta y terminó en 1977 como Primer Oficial. Una vez vuelto en tierra, la carrera de A.P. continuó desde 1977 hasta 2006 con encargos cada vez más importantes, comprometiéndose en papeles decisivos para la seguridad del ambiente de trabajo, en ámbito naval y portuario.
El mismo hombre que tanto aprecia la salud de los trabajadores es diagnosticado de mesotelioma maligno en 2018. ¿La causa? el amianto con el que estuvo en contacto, que recubría los barcos en los que trabajaba. Desafortunadamente, como sabemos, se trata de una enfermedad que no deja escapar y de la que A.P. conoce todos los detalles: es consciente de que el desenlace será inexorable, pero a pesar de ello, iniciará su lucha para obtener justicia, motivado también por el hecho de haber vivido hasta ese momento una vida llena de satisfacciones y que le permitió llegar incluso a una edad avanzada.
En 2019 comienza con el proceso judicial que lo verá protagonista en la batalla contra las compañías que le han cambiado dramáticamente la vida. El juicio se presenta ante el Tribunal Superior de Texas, en Dallas. Al otro lado de la barra están el Chevron, compañía de armas, y todas esas empresas como Kaylo, Westinghouse, Elliot, Exxon, FMC Corporation, Foster Wheeler, Babcock & Wilcox, Chesterton, Garlock, Buffalo, General Electric y Ingersoll-Rand, Bell & Gosset, todas citadas en el juicio, como responsables de los equipamientos hechos de amianto a bordo de los buques.
Tras las disputas rutinarias, las declaraciones se celebran por vídeoconferencias entre febrero y marzo de 2019, en aproximadamente 10 días. La indemnización por parte del armador aún se está ultimando, mientras que la que fue reconocida por una parte de las empresas implicadas amonta a un total de 1.500.000 dólares. A día de hoy, aún no se ha concluido la indemnización del resto de las empresas implicadas.
D.S.: dos batallas ganadas, una de 2.900.000 dólares, la otra de 750.000 dólares adicionales.
D.S. nació en Trapani en 1957. A los 17 años, después de haber trabajado durante algún tiempo en el campo, abandona la tierra en favor del mar, iniciando su carrera como marino en los barcos americanos de compañías petrolíferas. A partir de 1983, presta su servicio, siempre como marinero, en buques pertenecientes a compañías italianas. Después de 41 años de navegación, de los cuales 9 en barcos estadounidenses, descubre que tiene un mesotelioma pleural, a la edad de 58 años, con un hijo adolescente de 14: su destino está marcado por un mal incurable.
Aunque no sabe lo devastador que es este tipo de cáncer, se dará cuenta de que ya no podrá hacer realidad todos sus sueños, comprende que no podrá volver a su querido campo, del que se marchó para tener un futuro mejor y que ya no podrá ver crecer a su hijo. No había futuro para el.
Teniendo en el corazón a su hijo y a su esposa que está condenado a dejar, en junio de 2018 D.S. decidió hacerse cargo de la poca vida que le quedaba, con extrema valentía y determinación. Presentamos ante el Tribunal Supremo de California un juicio contra las empresas norteamericanas responsables de los equipamientos, elementos mecánicos y aislantes a bordo de los buques fabricados únicamente con amianto. Los nombres de las empresas: FMC Corporation, Crane, Buffalo Pumps, Air&Liquid System Corporation, Foster Wheeler, General Electric, Chesterton, Garlock e Ingersoll-Rand.
La enfermedad avanza, pero D.S. no se rinde, está decidido a luchar. Quiere continuar la batalla contra quien lo hizo enfermar, utilizando las únicas armas que tiene a su disposición: la verdad y el conocimiento.
D.S. con extremo orgullo y dignidad sale al campo para su “guerra” personal. Si no por el regalo más grande, el de la vida, al menos gana dos batallas económicas: de una obtuvo 2.900.000 dólares, de la otra otros 750.000 dólares. Aunque con tan solo 61 años, en noviembre de 2018, D.S. dejó esta vida terrenal, se llevó la alegría en su corazón por haber podido dar un futuro mejor a su mujer y a su hijo.
A.P.: en sólo 35 meses se enfermó mortalmente; indemnización de 800.000 dólares.
A.P. nació en 1953 en Procida: en la pequeña isla la actividad de marinero está tan extendida que cada habitante tiene al menos un abuelo, tío o pariente cercano que ha hecho o hace este trabajo.
La historia de A.P. es realmente singular: como marino sólo sirvió durante 35 meses, justo tres años, no toda una vida como en otros casos. Sin embargo, menos de tres años fueron suficientes para que el amianto cumpliera su triste “tarea”. En 1973, A.P. fue contratado como Giovanotto di macchine; más tarde fue nombrado Motorista, Alumno de Máquinas en y luego terminó su carrera como Primer Oficial.
Una carrera, como se ha dicho, muy corta, pero fatal: 26 meses y 15 días en barcos de bandera nacional, 8 meses y 7 días en barcos americanos, Getty y Texaco, las compañías petroleras que luego se fusionarían a la actual Chevron.
A.P. en 2018, 45 años después de su primer embarque, deja familia, parientes y amigos. ¿La causa? El cáncer de pulmón, es decir mesotelioma, causado, como se ha demostrado científicamente, por la exposición a las fibras de amianto de las que estaban revestidos los barcos estadounidenses.
La demanda de indemnización duró sólo unos meses antes de su muerte. El caso se presentó en Delaware, ante el Tribunal Superior de Distrito de Estados Unidos, pero el participó en el juicio por videoconferencia, desde Italia, desde su casa en la pequeña isla de Procida. El procedimiento terminó con un acuerdo de 800.000 dólares.
S.A.: indemnización de 1.000.000 de dólares.
S.A. nació en 1948 en Pozzallo, en la provincia de Ragusa, una ciudad de gran vocación marítima. S.A. responde a la tradición de sus lugares y comienza su aventura en el mar en 1964, terminandola en 2002. Nombrado Giovanotto di coperta, pasó a ser Marinero de Cubierta, concluyendo su carrera como Marinero. S.A. navegó durante 23 años, 13 de ellos con barcos de bandera nacional y casi 9 con banderas extranjeras; precisamente con las compañías petroleras estadounidenses Phillips Petroleum Company, Cosmopolitan Shipping Company y Ultramar.
El juicio se presentó ante el Tribunal Superior de California, en Los Ángeles, pero el proceso, que duró 6 meses, se celebró por videoconferencia desde Italia, en el pueblo de residencia de S.A. La indemnización obtenida fue de 1.000.000 de dólares.
E.C.: dos indemnizaciones, una de 3.000.000 de dólares, la otra de 1.000.000 de dólares.
E.C. ha trabajado durante 27 años como marino, 18 de los cuales los ha pasado a bordo de buques estadounidenses de Chevron. Es un caso raro porque muy pocos han trabajado tantos años con el mismo armador. Originario de Gaeta, E.C. se embarcó por primera vez en un buque en 1966 como Giovanotto di macchina; tras haber ocupado los puestos de 3º, 2º y 1º Oficial de Máquinas, en 2002, en su último desembarco era Jefe de Máquinas.
E.C. deja a su mujer y a sus dos hijos en octubre de 2017 a la edad de 68 años, afectado por un mesotelioma pleural diagnosticado solo un año antes, en 2016. Para él, un hombre de gran experiencia y cultura, la enfermedad no era ciertamente un misterio. Sabía muy bien que la patología diagnosticada no le dejaría escapar, pero luchó con las pocas fuerzas que le quedaban hasta el final, tanto en la lucha contra su enfermedad como en el pleito contra las empresas americanas propietarias de los barcos que durante casi 20 años fueron su segundo hogar.
La historia judicial de E.C. comenzó en los primeros meses de 2017, con un juicio presentado ante el Tribunal Superior de California en Los Ángeles. Tras algunas disputas rutinarias, todas superadas, en junio de 2017 se iniciaron las deposiciones en vídeo, en bloques de 5/7 días consecutivos de trabajo, hasta la última en agosto de 2017.
Durante las declaraciones en vídeoconferencia, E.C. fue sometido a interrogatorios por parte de los varios abogados de la contraparte, es decir, Chevron, la compañía armatoriale, y por las demás empresas, como Exxon, FMC Corporation, Foster Wheeler, General Electric, Chesterton, Garlock e Ingersoll-Rand, todas citadas en juicio, como responsables de los equipamientos, elementos mecánicos y aislantes de hechos de amianto a bordo de los buques. En todo esto, E.C. quería obtener justicia: de hecho, a pesar de su precario estado físico, nunca dejó de tener una respuesta rápida e inmediata.
Al final del procedimiento, la indemnización pagada por el armador amontò a 3.000.000 de dólares, mientras que la indemnización pagada por las otras empresas implicadas fue en total 1.000.000 de dólares.
Estas son algunas de las historias de mis clientes, que comparten la misma suerte. Triste suerte.
Hombres que han dedicado su vida al mar.
Hombres injustamente volados al cielo, afectados por una enfermedad dolosa.
Hombres de gran honor, que a pesar de todo, querían hacer justicia.
Hombres con un gran corazón, que querían dar a su familia un futuro mejor.
Hombres que desde allí arriba, junto con mi padre, Michele, seguramente se alegrarán de saber que sus historias, aunque tristes, serán de utilidad para la posteridad.
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